Lee con atención el siguiente texto y contesta las preguntas correctamente.
El Guardagujas.
Autor: Juan José Arreola, México 1918- 2001, escritos, académico y editor mexicano narrador y autor teatral.
Género y corriente: Cuento fantástico.
“El forastero llegó sin aliento a la estación desierta”, así empieza el cuento y, con esta introducción breve y precisa, el autor nos hace imaginar una acción real en el tiempo y en el espacio. Luego, en una sucesión de frases similares, nos describe la fatiga, el desánimo y la angustia del forastero. A esa hora exacta el tren debía partir…Pero allí nadie había. De pronto “alguien salido de quién sabe dónde”, le da una palmada muy suave; ese alguien es un “viejecillo de vago aspecto ferrocarrilero”, todo el indeterminado, irreal, quizá también con alguna pequeña dosis de locura.
Cuando el desconocido llama la atención del viajero, este le pregunta con ansiedad si ya ha pasado el tren. El viejecillo le responde con otra pregunta: “¿Lleva poco tiempo en este país?”
Este diálogo inicial es la clave para entrar en la anécdota que Arreola desarrolla.
El viejecillo guía al forastero por situaciones y lugares que bien podrían ser aspectos de la realidad. Le dice que no desespere por que la empresa ha hecho maravillas en cuanto se refiere a la publicación de itinerarios; además, ya las vías ferroviarias enlazan hasta los pueblos más remotos y se pueden adquirir boletos para ir a cualquier parte, solo falta que los trenes pasen efectivamente por las estaciones y sean puntuales.
Algunos trenes ruedan sobre vías apenas señaladas con gis. Por otra parte, él informante indica con vehemencia que no existe ningún drama cuando en ocasiones se abandona a los pasajeros en falsas estaciones perdidas en la selva; todo tiene solución, porque los hombres han aprendido ahí nuevas formas de existencia y fundado poblaciones en esos lugares salvajes.
La vida, durante los largos trayectos, sufre transformaciones; de la sencilla charla en los vagones surgen amistades perdurables e incluso grandes idilios. Y esta lógica tan contundente se convierte en sentido común, por supuesto, en una cáscara vacía.
El cuento se acerca al fin cuando se oye el silbido de un tren verdadero. El viejo guardagujas interrumpe su plática y se pone a hacer señales ridículas y desordenadas con una linterna, al tiempo que echa a correr desaforadamente por la vía.
Cuando está a cierta distancia, se vuelve para gritar. “¡Tiene usted suerte! Mañana llegara a su famosa estación. ¿Como dice usted que se llama?”
Luego, el viejecillo se disuelve en la clara mañana. “Pero el punto rojo de la linterna siguió corriendo y saltando entre los rieles, imprudentemente, al encuentro del tren. Al fondo del paisaje, la locomotora se acercaba como un ruidoso advenimiento.”
La misteriosa y solitaria estación, el tren, las vías, los distintos destinos, el forastero obsesionado por llegar a determinada ciudad, etc., representan la vida y sus extraños designios, a los que el hombre debe enfrentarse y ante los cuales se siente sobrecogido por sentimientos de soledad, desaliento, inseguridad, conformismo, ironía y desconcierto.
El autor pinta el drama de la vida en este relato notable por su concepción y técnica literaria. La Ficción invade la realidad y está aquella, a través de situaciones y simbolismos altamente significativos.
Escrito en un estilo que condensa y abrevia lo esencial, con un lenguaje pulido y trabajado para obtener la sobriedad y concisión deseada, la trama y unidad de la narración son irreprochables. Es un ejemplo de un universo lleno de fantasía profunda y sugerente.
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